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MIRAD Y PREGUNTAD POR LA SENDA ANTIGUA

EL PELIGRO DE NO DEFINIR DE UNA MANERA CLARA Y PRECISA NUESTRAS DOCTRINAS.

Creo que es oportuno hacer algunas aclaraciones, con relación a lo que hemos venido hablando acerca de la importancia de la confesionalidad y de guardar una identidad que sea consecuente con lo que profesamos creer.

En primer lugar, nunca se ha dicho que aquellos que no abrazan o se adhieran a una confesión de fe antigua, sean, necesariamente no creyentes, o no sean hijos de Dios, o que no sean nuestros hermanos en la fe. En ninguna manera se ha dicho que los que no guardan el Principio Regulador, u otra doctrina distintivamente reformada no sean hijos de Dios. No es de esto de lo que se ha venido hablando aquí. No se está hablando de un tema soteriológico, aunque muchas veces, por el mal entendimiento de ciertas doctrinas termina siendo así. Sino que más bien a lo que estamos apelando, es a que guardemos la pureza doctrinal histórica que hemos recibido como herencia de nuestros antepasados reformados. No porque ellos hayan sido hombres infalibles, e inerrantes, sino porque éstos, igual de pecadores que nosotros y salvados por la gracia bendita de Dios, por medio de la fe en Cristo; también fueron instrumentos en las manos de un Dios Soberano que no solo creó, sino que también gobierna y sustenta todas las cosas por el poder de Su Palabra (Hebreos 1:1-3) para Su propia gloria. De manera que no se esta poniendo en tela de juicio la salvación de nadie en particular, eso es un trabajo únicamente de nuestro Señor Jesucristo. (Mateo 7:21) (Juan 10:14,26,27).

En segundo lugar, siempre hemos dicho que las confesiones enfatizan la autoridad y la centralidad de la Biblia. Muchos creen que las confesiones socavan la autoridad de las Escrituras. Esto no podría estar más lejos de la verdad. La razón de esto es porque una verdadera confesión de fe se basará en la verdad de las Escrituras. En lugar de socavar la autoridad de Esta. Una confesión en realidad revela el compromiso que un cuerpo particular de creyentes o denominación tiene con la Biblia como le enseña Pablo a Timoteo en (2 Timoteo. 3: 15-17). Esto simplemente sigue la línea de los santos de antaño: 

«¡A la ley y al testimonio! Si no hablan de acuerdo con esta palabra, es porque no les ha amanecido.» Como dice (Isaías 8:20). 

Pero el argumento de los que no están de acuerdo con el uso de credos y confesiones es «que ninguna confesión es la Biblia, que estos son documentos falibles y creados por hombres que tratan fielmente de interpretar la Biblia, pero nada más». Es cierto que estos documentos no son la Biblia, pero expresan (para muchos de nosotros los que nos adherimos a ellos) fielmente lo que la Biblia enseña y nos ayudan a protegernos contra el error y la herejía en la iglesia.

Las creencias y enseñanzas de un pastor o miembro pueden discernirse junto con la confesión. Esto no quiere decir que cualquier confesión sea nuestro juez supremo, ya que solo está reservada para las Escrituras. Sin embargo, las confesiones brindan instrucción bíblica, especialmente porque nuestros antepasados ​​han entendido las Escrituras.

Dice Judas en su carta: «… me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.» (Judas 3).

Hermanos es orgulloso pensar que no necesitamos prestar atención a lo que otros han dicho antes que nosotros. Una confesión bien estructurada y fundamentada en las Escrituras hará bien en evitar que una congregación se hunda en enseñanzas no bíblicas que no son más que el resultado del «espíritu de la era». Es como dijo el apóstol Pablo en: 

(1 Timoteo. 3:15): «… la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad». 

Una iglesia que no tiene confesión o una declaración clara y precisa de su fe queda vulnerable a todo tipo de enseñanzas no bíblicas.

En tercer lugar, siempre hemos acentuado el valor de guardar la unidad de la iglesia de Cristo, por esa razón hemos insistido que las confesiones de fe ayudan a promover y mantener la verdadera unidad de la iglesia. Es algo maravilloso cuando una congregación puede reunirse con las mismas convicciones teológicas (tanto sus líderes como miembros). Esto no quiere decir que no haya lugar para desacuerdos menores (los hay). Después de todo, la iglesia es un cuerpo que debe buscar mantener la unidad del Espíritu en la verdad y la paz como lo enseña Pablo en (Efesios 4:1-6). Sin embargo, en lo que respecta a las Iglesias locales bíblicamente constituidas, y sobre todo aquellas que profesan adherirse a alguna confesión de fe en particular, también deben ante todo tratar de mantener el orden, y ese orden se logra cuando tiene una membresía unida en doctrina, esto no quiere decir que todos deben pensar igual en todo, se refiere a que tienen una fe en común. Es como el apóstol Pablo escribió a Tito: 

«A Tito verdadero hijo en la común fe» (Tito. 1:4). 

En otras palabras, una confesión es importante para la vida y el orden de la iglesia y además le permite saber qué esperar de sus líderes y miembros.

En cuarto lugar, creemos que las confesiones son un resumen central de las doctrinas fundamentales de la Escritura. La Biblia es única. Toma toda una vida estudiar las profundidades de su verdad. Podemos beneficiarnos enormemente de aquellos que nos precedieron en el pasado y que también han buscado en todo el consejo de Dios, tratando de delinear sus enseñanzas clave. Hoy se enfatiza todo el tiempo en segmentar las doctrinas llamándolas «secundarias o terciarias» «hay que prestar atención solo aquellas doctrinas que importan» dicen ellos, como si todo el consejo de Dios no fuera importante; aun, cuando en muchos casos esas doctrinas, tienen implicaciones en la forma como adoramos y en la manera como vivimos. Insistimos y tratamos de ser amorosos con aquellos que piensan diferente, pero eso no significa que no tengamos que hablar de sus errores. Las confesiones son un medio maravilloso por el cual estas verdades bíblicas clave pueden agruparse lógicamente, leerse, estudiarse y enseñarse. Es como le dijo el apóstol Pablo a su hijo en la fe, en: 

2Timoteo 1:13 «Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús

En quinto lugar, Vivimos en una cultura antiautoritaria que valora la autoexpresión como el ideal más elevado. Claramente también tiene un protagonismo importante el crecimiento del individualismo, que tristemente se ha infiltrado en la iglesia. Muchos cristianos evangélicos se aferran a una vaga teología y están más interesados​​en desarrollar técnicas pragmáticas personales para la vida espiritual o en el peor de los casos la psicoterapia. Las confesiones precisamente sirven como anclas que unen a los creyentes con la robusta teología del pasado donde creyentes fieles lucharon durante muchos años para articular una teología común de manera clara y precisa. Ser confesional, por ende, no significa ser «sectario» significa más bien, que no estás creando tu propia teología en el vacío, sino que estás sobre los hombros de aquellos que nos han precedido.

Lo repetimos una vez más: las confesiones no son de ninguna manera la Palabra de Dios inerrante e inspirada, sino que sirven como resúmenes útiles de la doctrina colectiva de un grupo de creyentes y son de gran utilidad porque son completamente bíblicas (suponiendo que sea una confesión ortodoxa, porque, aunque las niegan muchos, todos tenemos una confesión de fe), pero también escritas con precisión para que no haya ambigüedad en lo que se afirma. Sigo animando a todos los creyentes a leer la Escritura, y también la Confesión de Fe Bautista de Londres de 1689 de una manera devocional. Tómese el tiempo para leer las Escrituras de apoyo y luego medite sobre por qué los autores de la CFBL redactaron la doctrina en su forma particular. Un estándar confesional también protege a la iglesia de la herejía, pero también une a la iglesia en torno a una fe escrita común que puede ser una fuente de referencia cuando surgen desacuerdos teológicos.

Para concluir, no es que la etiqueta de «reformados» nos haga mas creyentes que los que dicen llamarse «Bíblicos», pero debemos recordar que los herejes también dicen ser «Bíblicos». Los «arrianos», los «sabelianos», entre otros, siempre reclamaron la «etiqueta» de ser «bíblicos». Se trata de apreciar, valorar, atesorar y guardar la pureza doctrinal ortodoxa, histórica y reformada. No seamos como los que describe el profeta Jeremías; en

Jeremías 6:16 Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.

El Señor les continúe bendiciendo. 

Por Pastor Gerleys David Causil.

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